El dramaturgo pakistaní Shahid Nadeem ha sido el encargado de hacer el mensaje oficial del Día Mundial del Teatro 2020. Nadeem, es un galardonado periodista paquistaní, dramaturgo, guionista, director de teatro y televisión, y activista de derechos humanos.
Mensaje oficial por Shahid Nadeem
EL TEATRO COMO SANTUARIO
Al final de una representación de la obra de teatro de Ajoka sobre el poeta sufí Bulleh Shah, un anciano, acompañado por un niño, se acercó hasta el actor que había interpretado el papel del gran sufí: “Mi nieto no se encuentra bien, ¿podría bendecirlo?» dijo. El actor se sorprendió y contestó: «No soy Bulleh Shah, solo soy un actor que interpreta el papel». El anciano entonces contestó: «Hijo, no eres un actor, eres una reencarnación de Bulleh Shah, su Avatar».
De repente, se nos ocurrió un concepto completamente nuevo de teatro, donde el actor se convierte en la reencarnación del personaje que interpreta.
Explorar historias como la de Bulleh Shah, historias como esta existen en todas las culturas y pueden convertirse en un puente entre nosotros los creadores de teatro, una audiencia desconocida pero entusiasta. Mientras actuamos en el escenario, a veces nos dejamos llevar por nuestra filosofía del teatro, en nuestro papel como precursores del cambio social a veces dejamos atrás a gran parte de la comunidad. En nuestro compromiso con los desafíos del presente, nos privamos de las posibilidades de una experiencia espiritual profundamente conmovedora que el teatro puede proporcionar.
En el mundo de hoy, donde la intolerancia, el odio y la violencia están en aumento, nuestro planeta se está hundiendo cada vez más en una catástrofe climática, necesitamos reponer nuestra fuerza espiritual.
Necesitamos luchar contra la apatía, el letargo, el pesimismo, la avaricia y el desprecio por el mundo en que vivimos, por el planeta en el que vivimos. El teatro tiene un papel, un papel noble, debe dinamizar y hacer avanzar a la humanidad ayudarla a levantarse antes de que caiga en un abismo. El teatro puede convertir el escenario en un templo, el espacio de actuación, en algo sagrado.
En el sur de Asia, los artistas tocan con reverencia el piso del escenario antes de pisarlo, una antigua tradición en la que lo espiritual y lo cultural estaban entrelazados. Es hora de recuperar esa relación simbiótica entre el artista y el público, el pasado y el futuro.
Hacer teatro puede ser un acto sagrado y los actores pueden convertirse en los avatares de los roles que desempeñan. El teatro tiene el potencial transformador de convertir la escena en un santuario y ese santuario en un espacio de actuación.