Un nuevo gobierno y un nuevo ministro que han puesto encima de la mesa la idea de una Ley de Derechos Culturales que garantice la producción cultural libre. Un debate que tristemente surge una y otra vez en nuestro panorama cultural y político.
Por ello nos preguntamos ¿Es necesaria una ley para la libertad de expresión? La simple pregunta nos debe hacer reflexionar profundamente. Como intérpretes, en nuestro trabajo, somos voz de otros; como ciudadanos somos nuestra propia voz. Es parte de nuestra contradicción y lo ha sido históricamente.
Intérpretes y autores vamos de la mano: Los autores ponen la idea, nosotros ponemos la cara, el cuerpo, la voz... Este arte en que se basa la ficción, que a través de los actores y actrices nos permitimos decir lo que nunca diríamos, lo que nos asquea decir o lo que todo el mundo sabe que se debe decir; y en medio: nosotros, los intérpretes, a veces incómodos, a ratos silenciados, pero siempre intermediarios.
Así, en el “run, run” de los últimos tiempos está clavado el aforismo de los “límites de la libertad de expresión”, ¿los intérpretes somos parte del límite? Evidentemente, pero a la misma vez tenemos que mantener una de nuestras funciones sociales históricas: tenemos que seguir interpretando al Otro (y al Uno), ponernos en su piel.
¿Acaso obviar/censurar/guardar en un cajón realidades las hace inexistentes? Evidentemente no, quienes crean en ello son necios y como necios han de ser tratados. Es por ello que, desde la Unión de Actores y Actrices, reafirmamos nuestro compromiso con la libertad de expresión y creación. Nos situamos sin ninguna duda del lado de todas las voces, sean cómodas o incómodas con nuestra manera de pensar y de acercarnos al mundo. Nunca dejaremos de interpretar al Comendador frente a Laurencia, ser Ricardo III contra todos o Scar dejando caer a Mufasa.
Entonces, ¿todo vale? En la creación, sí. En la realidad, ni por asomo. La sociedad es un ente vivo y social que avanza, mejora y evoluciona. La cultura tiene la fortaleza de atar a nuestros monstruos y exponerlos para perderles el miedo, para confrontarlos, para ayudarnos a dar el paso adelante que necesitamos. Aprender a liberarnos de la opresión de la Casa de Bernarda Alba o saber “que nadie es perfecto” con Billy Wilder son avances a los que no hemos de renunciar en nuestras vidas y como sindicato seguiremos defendiendo.
El debate de la censura es un debate sobre el miedo a afrontar la realidad, pues como dijo Aristóteles “En la poesía hay más verdad que en la historia” y desde la Unión queremos una poesía completamente real, sin censura.
Junta de Gobierno de la Unión de Actores y Actrices
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de Silvia de Pé 'Secretaria Genereal Unión de Actores y Actrices'